Imaginen una mujer que es asesinada y su cuerpo encontrado en un basurero. A poco de investigar, se descubre un video del auto del novio en las cercanías del lugar y aproximadamente a la hora en la que se dispuso del cadáver. Luego se encuentran algunas manchas de sangre perteneciente a la víctima en una prenda de ropa del sospechoso. Hay testigos que los vieron en una discusión la noche en la que se la vio viva por última vez y volviendo durante la madrugada del hecho en un estado emocional muy alterado. Se descubre un martillo en el basurero cuyo perfil coincide con la herida mortal. Se arresta al novio, el que confiesa cuando interrogado y va a juicio.
La defensa naturalmente tratara de explicar cada una de esas circunstancias como hechos aislados: el auto cerca del basurero se explica porque el supermercado al que iba habitualmente está cerca y pudiera haber ido a consultar el horario de apertura de la tienda. Discusiones entre novios es un hecho frecuente. La sangre se explica porque la víctima tenía contacto diario con el novio y pudiera haberse cortado inocentemente. El martillo es una marca común y cualquiera pudiera tener uno igual. De la confesión citan estadísticas que muestran que muchas confesiones obtenidas de presos son falsas y solo obtenidas por la presión ejercida por la policía y el estado de ansiedad de un detenido. Y la defensa ignorará todo para lo que no tienen una explicación. Simplemente como si no hubiera sido dicho.
Por supuesto que para poder juzgar la culpabilidad un jurado deberá mirar a la totalidad del contexto y no limitarse a determinar si cada explicación tomada por si sola es hipotéticamente plausible. En este caso, lo mas probable es que el novio fuera declarado culpable y condenado a una larga estadía en la cárcel.
Digo esto porque estos días el país está muy enfocado en las diversas causas de Cristina. Vialidad. Dólar, Hotesur, cuadernos, Irán. Las pruebas en contra de Cristina parecen abrumadoras. La corrupción de los K es “vox populi”. Sin embargo, la cobertura mediática de la defensa de Cristina le permite el truco que arriba decimos. Reproduce los argumentos de la defensa sin ninguna clase de contexto y cuando se refieren a la acusación, diligentemente ponen la respuesta yuxtapuesta. Presumiblemente porque quieren demostrar que son “ecuánimes”.
Uno diría que no esta mal presentar los argumentos de cada parte y dejar que el público llegue a sus propias conclusiones. ¿Pero es así como los medios se comportan en todos los casos? ¿Están siempre dispuestos a dar el “beneficio de la duda”?
No. No siempre. Por ejemplo, hoy La Nación nos informa que el directorio del Banco Interamericano de Desarrollo echo a su presidente, el Sr. Claver-Carone quien había sido nombrado a su cargo por el Presidente Trump. Si fuera un tipo “del palo” (i.e. perteneciente a “la casta”, “the Cathedral”, o como se lo quiera llamar) el periodista haría todos los esfuerzos para mostrar el contexto completo (seria largo explicarlo acá, pero este artículo del WSJ puede ilustrar).
Sin embargo, prefiere, con un tono aparentemente neutro, hablar de tenebrosas y poco definidas “violaciones al código de ética”, al hecho que se le aumento el sueldo a una señora un 40% y que fue promovida levantando acusaciones (anónimas) de que mentían una relación, que la investigación fue llevada a cabo por un estudio de abogados prestigioso, que la resolución fue pasada unánimemente por el directorio del banco, etc.
Es decir un trabajo concienzudo de destruir la reputación de este señor, sin levantar ninguna de las obvias dudas que levanta el hecho que un gobierno de izquierda (el de Biden) que ha demostrado ser extremadamente vindicativo, una burocracia que tiende a proteger sus privilegios (incluyendo el directorio del banco y los abogados de Davis Polk que presumiblemente tienen mucho más que ganar por quedar bien con esa misma burocracia) se valieron de una denuncia anónima llena de agujeros para capturar un cargo que quieren (probablemente) para un cómplice.
El contexto apunta a esta última explicación como la más plausible.