Decimo Junio Juvenal (60 d.C.) describió la decadencia del Imperio Romano. Redactó sus críticas en forma de versos distribuidos en 16 poemas llamados “Sátiras”, porque son una ironía mordaz y amarga de la vida en Roma en el Siglo Primero.
En varias de sus sátiras critica la epidemia de homosexualidad en que se hundía Roma.
En un trecho se dirige a Rómulo, fundador de Roma: “Oh padre de la ciudad ¿cómo es posible que los antiguos pastores del Lacio hayan llegado hasta este sacrilegio? He aquí un hombre ilustre por su nacimiento y fortuna que se entrega a otro hombre sin que tú agites tu casco ni sacudas la tierra con tu lanza. ¡Renuncia a la austera tierra que has negligenciado! Un hombre me dice que mañana a la salida del sol tiene un deber que cumplir en el valle Quirino. Le pregunto cuál y me contesta que toma marido y hace una fiesta con pocos invitados. Que nuestra vida se prolongue y veremos -¡sí, lo veremos!- que semejantes cosas se harán públicamente, y hasta querrán que ellas queden registradas en actas.” (Sátira II, versos 125 y siguientes).
Fiducia Supplicans otorga a las parejas homosexuales y adúlteras la publicidad temida por Juvenal hace dos mil años. Ya no hace falta hacerlo a la madrugada en un valle apartado sino que se hace en una iglesia, ante un sacerdote. No importa qué tipo de bendición recibe la pareja, lo esencial es la publicidad del acto. Siguiendo la lógica de Juvenal el próximo paso será registrar esa “bendición” en la parroquia, inicialmente como un hecho digno de ser recordado y finalmente en igualdad de condiciones con el matrimonio católico.
Yendo ahora al texto de Fiducia Supplicans, consta de una presentación y 45 artículos. La autorización para “bendecir” parejas homosexuales y adúlteras está en el artículo 31. Los otros 44 puntos son un fallido intento de fabricar las premisas necesarias para llegar a la conclusión del artículo 31.
Estrictamente las premisas no son falsas, el problema es que ninguna lleva a la conclusión. El silogismo tiene un hiato insalvable, que lo convierte en sofisma.
Es verdad que hay todo tipo de bendiciones disponibles para un católico, desde la bendición de la mesa por el padre de familia antes de comer, hasta la bendición de perros y caballos el día de San Huberto. Pero todas ellas dan publicidad a hechos o actos legítimos dentro de la ley natural y divina. Comer en familia es legítimo; salir a cazar ciervos es legítimo. Unirse en pareja homosexual o adúltera no es legítimo.
Reitero el argumento que he leído en casi todos los blogs: ¿porqué ese trato privilegiado a las violaciones contra el 6° Mandamiento? Un par de delincuentes dedicados a la violación del 7° (“no robar”) también debería tener derecho a su bendición, no individualmente sino juntos.
Para terminar, veo que Wikipedia habilitó un lugar para consignar todas las reacciones en contra de Fiducia Supplicans. La Corporación de Abogados Católicos tiene el honor de estar mencionada!