Decimus Junius Juvenalis, o simplemente Juvenal, criticó al populacho romano de su tiempo (año 100 de nuestra era), acusándolo de ya no preocuparse por su historia y sus derechos, conformándose apenas con el panem et circenses que les otorgaban los políticos de turno. Como escribe en su Sátira X, “la gente que una vez otorgó mandos, consulados, legiones y todo lo demás, ahora no se entromete más [en la política] y anhela fervientemente solo dos cosas: ¡Pan y Juegos!”
Políticos populistas de todos los tiempos siempre entendieron esto: mantener al pueblo alimentado y entretenido sirve para adormecer y apaciguar el descontento. En el caso de Roma, fue Cayo Graco, que vivió unos 200 años antes que Juvenal, quien impulsó lo que tal vez fue la primera “reforma agraria” y creó un sistema de subsidios para garantizar el trigo barato. No es sorpresa que en las elecciones para tribuno de año 123 AC, Graco decide no postularse como candidato y obtiene la re-elección por aclamación, cumpliendo el sueño de todo dictador que se precia. Pero las cosas no terminan bien para Graco. Se enfrenta con el Senado (un cuerpo que no pudo comprar con pan y juegos) y pese a haber armado parte de la población que lo apoyaba, es derrotado y muere por la espada (o suicidio) al poco tiempo.
El “modelo Graco”, para llamarlo de alguna manera, ha sido probado exitosamente por políticos con afán de poder y pocos escrúpulos desde entonces, pese a la denuncia de Juvenal, que pareciera haber caído en oídos sordos.
Lamentablemente, nuestra Argentina es víctima de la aplicación científica de esta vieja técnica de los dictadores. Huérfana de liderazgos dignos de la gravedad del momento, enferma durante décadas de un peronismo que ya ha hecho metástasis y afecta la esencia misma del ser nacional, nuestro país sigue con mirada hipnotizada y embrutecida los avatares de este gobierno, aceptando subsidios que en última instancia son humillantes a la dignidad humana y distraída por el gran juego nacional, que impide cualquier consideración de verdadera importancia mientras dure la Copa del Mundo.
En un acto de “sincericidio”, fue la Ministra de Trabajo Kelly Olmos la que dijo recientemente lo que todos sabemos: bajar la inflación no es la prioridad de este mes. La prioridad, según ella, es ganar el mundial.
Es sólo recorrer las calles de Buenos Aires para percatarse del vigor de esta campaña. No hay espacio publicitario que no haga referencia al futbol. El nombre de Messi es usado y abusado para lograr llamar la atención, y hasta la figura de un gran futbolista devenido en drogadicto y entusiasta defensor de Castro y Chávez ha sido desempolvada del archivo.
Esta distracción es una verdadera política de estado de un gobierno que no gobierna pero apunta a sobrevivir día a día, contando con el Pan y Juegos que, aparentemente, siguen siendo eficaces en adormecer a suficientes argentinos.
En unas horas juegan Argentina y México. Por lo que tengo entendido, una derrota de nuestro equipo ante los jugadores aztecas significaría un fin prematuro a los sueños de la selección nacional. Y en la medida que este mundial de fútbol allá lejos en Qatar es funcional a la política de este gobierno de distraer al público y evitar que sus falencias monopolicen la conversación nacional, personalmente quisiera que esta farsa termine pronto y dejemos de distraernos con temas que no son centrales a nuestro futuro.
¡Que la Selección vuelva a casa hoy y dejémonos de distracciones ahora!
Muy congruente! Totalmente de acuerdo. Mirá si Messi parara la pelota con las manos y ante la mirada atónita del mundo mirara a la cámara y dijera: “Mi país y mi gente están siendo abusados, yo no puedo crear una distracción”.
Excelente: Que Messi que no se olvide de comentar la enorme deuda externa que nos envuelve desde el 2018 y nos impide crear fuentes de trabajo por pagar esa inhumana deuda externa en dolares.
Mejor sería salir campeon y que ninguno de los jugadores vaya al balcon de los suspiros (Ese que desde Peron a macri usaron para la bailanta argentina)
No es nueva, la distracción la han usado todos los gobiernos. No nos olvidemos del ’78
El opio de los pueblos
Alfonso, coincido totalmente con tu opinión en este artículo.
Un fuerte abrazo
Angel Martini