El Bien contra el Mal

El cartel de la foto prolifera en ciertas zonas “woke” de Estados Unidos. Es orgullosamente desplegado para señalizar que en esa vivienda hay alguien “virtuoso”. Algo como la señal del Ángel de la Pascua en la Séptima plaga de Egipto para proteger los hogares de los elegidos.   Esto es lo que más se parece al “credo” progresista del que hablábamos el otro día.

Si venciendo nuestra natural timidez, tocáramos el timbre en una de esas casas nos atendería una señora de mediana edad, con un vaso de chardonnay, pantalones de yoga “lululemon”, pelo corto, anteojos de corte y color moderno. O tal vez un profesor universitario con barba incipiente, bebiendo un café de Starbucks, pantalones un poco demasiado cortos y unos anteojos “retro”.  Al detectar un acento extranjero, daría grandes muestras de ansiedad. No porque fuera xenófobo. Todo lo contrario.  La ansiedad seria porque no estaría seguro como expresar adecuadamente su entusiasmo por la presencia de un extranjero (si fuera un extranjero, de color, vestido de mujer, pero con voz gruesa, es posible que se desmaye de emoción). 

Una vez recuperados, entablaríamos una conversación, y nos explicarían que el motivo por el que se sienten compelidos a expresar tan públicamente sus creencias, es porque esta muy preocupado por el mal en el mundo. El mal de la desigualdad, del racismo, de la intolerancia con las elecciones personales de los demás, de la avaricia corporativa, del fariseísmo (señal de que estaríamos en presencia de un católico francisquista), de la superstición que niega la ciencia. Y por sobre todo de la destrucción del medio ambiente y del deseo de los susodichos fariseos de imponerle su moralidad a las mujeres (“perdón”, se corregiría inmediatamente, “a las personas que procrean”) sobre sus cuerpos.   

Si tuviera tiempo, probablemente se extendería sobre el colonialismo que no fue otra cosa que el brazo armado del Cristianismo, blanco y Occidental de dominar y oprimir todas las otras culturas, que vivían en consonancia con la ecología.

Esta conversación pudiera extenderse durante un tiempo considerable. Pero al final de ella, creo que nos llevaríamos la impresión de que el tono habría sido mucho más “moralista” que político.  Nuestro estimado progresista se mostraría convencido que el representa al “bien” y que esta en una lucha existencial con el “mal” representado por el Catolicismo, la derecha, la propiedad privada, el capitalismo, la familia tradicional, el foco en el merito personal, las jerarquías, la protección de la vida no nacida, el respeto a la historia, el amor a la patria, etc.

Su tono de convicción seria total.  Mostraría un celo literalmente religioso. Probablemente, si la conversación fuera suficientemente larga, apoyaría sus teorías en estudios académicos publicados por Harvard, Yale, Princeton, Oxford, La Sorbonne y cuanta entidad prestigiosa se nos venga a la cabeza (lo de “igualdad” tiene sus límites).   Citaría una catarata de estadísticas y hechos históricos (algunos de ellos ni siquiera serian mentira) para apoyar su posición.

Ante tanta convicción, nos preguntaremos, haciéndonos eco de un personaje de cierta nota: “¿Quién soy yo para juzgar? ¿No será que “ellos” son los buenos y nosotros los malos?”

Mi querido hermano y co-autor de este blog, me dijo un tiempo atrás que, en el relato del pecado original, la famosa “fruta prohibida” no era una mera manzana que Dios arbitrariamente decidió establecer como una prueba de obediencia. Como pudiera haber sido, una línea en el piso.   El fruto era el del árbol del “conocimiento del bien y del mal”.  La serpiente les sugirió que podrían “ser como Dios”.  Esto porque por “conocimiento” debe entenderse, la determinación de lo que es bueno y malo, de lo que es orden o desorden en referencia a la naturaleza, lo que son atributos exclusivamente Divinos.   

No sé si esto es pensamiento original de Cosme, pero me pareció una excelente reflexión.  

Cuando yo trataba de explicarle este punto a mis hijos, yo les decía que para mi una de las bases racionales para la Fe se encuentra en los aspectos inmutables de la naturaleza humana.  Hay cosas que son “construcciones sociales” (para robarle una frase a la izquierda).  Manejar de una mano u otra de la ruta, por ejemplo.  Pero hay muchas cosas que no lo son.

Tomemos el tema de la igualdad.  La naturaleza en general y la humana en particular es jerárquica. No es igualitaria.  Imaginemos que los esfuerzos de la Izquierda dieran frutos y convenzan literalmente al 100% de la humanidad que las jerarquías son una mera construcción social y que la igualdad absoluta es lo ideal.  Esto sería tan efectivo desde el punto de vista práctico como un consenso para eliminar la ley de la gravedad.   Simplemente no funcionaría como ya ha sido demostrado hasta el cansancio.  Y esto es porque la naturaleza humana esta dictada “desde afuera” por su Creador. No es posible para nadie que no sea El cambiarlo.  Y esta es contra lo que realmente se rebela la Izquierda. No muy distinta de la rebelión original en la Corte Celestial.

 (ACLARACION: “igualdad” es un término ambiguo con varias acepciones. Desde ya lo que decimos arriba no tienen nada que ver con otros tipos de igualdad, como la igualdad ante la ley o la igualdad ante los ojos de Dios como herederos de la Salvación.  Pero todos sabemos que cuando la izquierda habla de igualdad no a estos tipos de igualdad a los que se refieren.)

La familia es otro ejemplo. La naturaleza humana (y la biología) requieren un hombre, una mujer, en una relación estable, orientada a la procreación y dedicada a la educación de los hijos.  Esto tampoco es una construcción social. Esta ahí en el diseño. Los intentos de cambiarla fundamentalmente producen daños sociales e individuales a todos los involucrados.  Estas consecuencias tal vez no son indefectibles en todos los casos y a nivel individual hay muchos en los que nada de esto pasa. Pero si tomamos al conjunto de la sociedad, se ha demostrado una y otra vez a lo largo de la historia (especialmente hoy en día) que el intento de reconfigurar la familia simplemente no funciona en el largo plazo.  Es suicidio social.

Se escapa al formato de este artículo, pero lo mismo podemos decir con los temas de “genero”,  la propiedad privada, la libertad, la vida, y tantos otros aspectos que en este momento la Izquierda quiere cambiar. 

Pero si hacemos un análisis profundo, la Izquierda en realidad está en desacuerdo con la naturaleza humana.  Piensan que es deficiente. Que necesita un “salto cualitativo brusco”, que no esta suficientemente “evolucionada”. En definitiva, quieren ser ellos, no Dios, los que determinen el bien y el mal cual es el “mejor” diseño para la Naturaleza humana.  Y esta es la verdadera división.

Para ser el partido del “progreso” y lo “novedoso”, no han inventado nada nuevo.  El pecado original es después de todo también un pecado actual. 

Y esto es la semilla de su propia destrucción. La señora con pantalones de “lululemon” no esta tratando de ganarle a “la Derecha”.  Eso seria fácil. Somos pocos, tontos y débiles. Está tratando de ganarle a la naturaleza creada por Dios. Y eso es lisa y llanamente imposible.

1 comentario en “El Bien contra el Mal”

  1. Josefina Beccar Varela

    Isidro!! Ya te lo dije por privado pero ahora lo mando por acá. Adhiero 100 x 100 a todo lo escrito en tu claro y entretenido artículo. Puedo agregar: Dios perdona siempre (cuando hay arrepentimiento), el hombre a veces pero la naturaleza nunca… Estoy feliz que reflotaron La botella al mar de papá y le están dando una impronta hiper atractiva! Felicitaciones!!@

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