¿Realmente odiamos a “las elites”?

Me mandaron este artículo que me pareció muy interesante. Es una critica a la “Nueva Derecha” desde un punto de vista del liberalismo clásico (o eso es lo que dice el articulista).

¿Qué es la “Nueva Derecha”?  

En general desconfío de las etiquetas puestas por “la Contra” para describir movimientos conservadores. Se me antojan intentos de proveer lideres y contenido ideológico desde afuera, seguramente con malas intenciones.  Pero con eso en mente, acá hay un artículo de Vanity Fair (caveat emptor: es un pasquín de extrema izquierda) que tiene datos interesantes.

Para aquellos de una cierta edad, recordaran que ese termino se usó durante la época de Reagan para definir un sector del movimiento que lo impulsó al poder.  Hoy en día vuelve a estar en boga y se refiere a un cierto sector que es joven, educado, “techy”, no enteramente alineado con algunos puntos del conservadurismo político tradicional, en particular en lo que se refiere a política económica.  Sobre todo, están enojados con las actuales elites las que normalmente hubieran sido sus pares. Un ejemplo de ellos es Peter Thiel (el ex socio de Elon Musk) y una serie de figuras que él ha impulsado como por ejemplo JD Vance, el actual candidato al senado en Ohio.  Yo diría que Giorgia Melloni pudiera ser también un ejemplo.

Según este articulo la mayor diferencia que existiría entre un “conservador clásico” y un “Derechista Nuevo” es “cuanta fe tiene cada grupo en la posibilidad de que “las elites” pueden existir como un grupo funcional y digno de confianza”.    Su argumento pudiera ser resumido así:  los liberales clásicos pensaban que el “sistema” (capitalismo, libre mercado, democracia) eran fundamentalmente solido y si bien las “elites” eran fácilmente capturadas por intereses particulares, podía en general confiarse que había suficientes mecanismos de auto corrección como para confiar en que serían capaces de llevar el timón en un buen rumbo general.   

La nueva derecha es en cambio iconoclasta y considera que las “elites” en su actual conformación son un agente pernicioso. Esta visión tan pesimista influencia varias posiciones que antes eran consideradas pilares del pensamiento de derecha. La libertad de expresión pasa a ser vista como un “pase” para aquellos que controlan las grandes compañías tecnológicas y los medios de comunicación corporativos.  La inmigración que era vista con una cierta benevolencia por generaciones anteriores pasa a ser vista como un ataque a la identidad nacional. El libre intercambio un mecanismo para reforzar la globalización y centralización del poder.  

La Nueva Derecha tiene una mayor preocupación por limitar el creciente poder de la Izquierda que en garantizar los derechos fundamentales individuales que era la roca fundacional del liberalismo clásico.

Según Tyler Cowen (el autor del artículo) esto es una sobrerreacción de la “Nueva Derecha”. Cree que hay un mecanismo de retroalimentación tanto en la izquierda como en la derecha, en la que ambos bandos tienden a centrarse en los aspectos y noticias negativas ya que estas son las que de alguna manera justifican su existencia. De ahí que sus visiones estan teñidas de extremo pesimismo que les impide ver el cuadro general. En realidad, según él, la situación dista de ser lo negativa que la presentan.   Considera que este desprecio por las elites es auto destructivo, ya que una cosa es querer controlarlas (como era el caso en el antiguo liberalismo) y otra es destruirlas, lo que dejaría a la sociedad sin cabeza, lo que seria peor como remedio que la enfermedad que pretende curar.

A primera vista parece un análisis atractivo. El optimismo siempre es una posición simpática. Puede que las cosas no estén tan mal como me la venden. Las malas noticias son buenas herramientas para recaudar fondos y organizar las tropas.  Hoy en día hay excelentes maquinarias dedicadas a explotar los miedos de la gente.  La cantidad de horrores en el mundo es más o menos constantes, lo que pasa es que antes nos enterábamos solo de lo que pasaba cerca nuestro y ahora no hay desastre en cualquier rincón remoto de la tierra que no llegue instantáneamente a nuestros oídos.   ¿Este mensaje apaciguador es real o es un canto de sirena para que relajemos nuestra guardia? La ingenuidad y el optimismo se parecen tanto que a veces es difícil distinguirlos.

Empecemos con un “chequeo de realidad”. A continuación, describo solo cinco proposiciones defendidas (o implementadas) no por una minoría extrema, si no por instituciones de peso como lo son burocracias estatales, partidos políticos, organismos multilaterales, universidades prestigiosas, empresas multinacionales, bancos, productoras, medios de comunicación, asociaciones de maestros, profesores en todos los niveles de enseñanza, lideres religiosos, etc.  De forma casi unánime. Y el disenso con por lo menos algunas de estas proposiciones está siendo penalizado, incluso legalmente, en muchos lugares del mundo.  

  • El aborto es un derecho fundamental de la mujer que no debe tener limitaciones de ninguna índole.
  • Considerar que hay solo varones y mujeres es un prejuicio pernicioso. Los individuos deben tener derecho a elegir su “genero” desde temprana edad y realizar cambios permanentes en su anatomía aun antes de la mayoría de edad sin consentimiento de sus padres.  Esto debe ser enseñado y promovido en el sistema educativo, junto con el concepto que la familia tradicional es una construcción social inventada por el patriarcado para dominar a todos las mujeres y todos los que nos se conformaban a sus dictados.
  • Las diferencias de resultados entre diversos grupos son atribuibles a problemas estructurales de la sociedad y considerar que son resultado de elecciones individuales es racismo.
  • El origen del crimen es la pobreza y la injusticia del sistema. Por lo tanto, no puede castigarse a los criminales individualmente si no se debe trabajar para solucionar las causales remotas.
  • El Cristianismo, y la cultura europea fueron fuerzas destructoras en la historia y su influencia debe ser limitada y/o eliminada.

Si alguien duda de que estas son posiciones ampliamente apoyadas por las “elites” (como las describo arriba), por favor hágamelo saber y le hago llegar un par de bibliotecas de datos que apoyan esta afirmación.

Este botón de muestra del “programa de gobierno” de las elites como están compuestas actualmente, marca una enorme diferencia con lo que decían defender esas mismas elites hace relativamente poco tiempo atrás. Tal vez eso explica la diferencia de tratamiento por parte de la derecha que nota el Sr. Cowen.  

Por otra parte, me parece que es un error conceptual identificar el concepto de “elites” con las elites específicas que sustentan estos puntos de vista.   Es como decir por que yo quiero aplicar las máximas sanciones a un juez corrupto es porque yo odio a los jueces en general.  El mundo no es igualitario si no jerárquico. El respeto a esas jerarquías implica una gran dosis de responsabilidad que va creciendo junto con la posición de poder. Las máximas posiciones de poder requieren el máximo de compromiso.  Creo que todos estamos de acuerdo que las sanciones por abuso de poder van en proporción con el poder del que se abusa.   

Es verdad que como dice el Sr. Cowen, la derecha tenía una posición complaciente con respecto a varias instituciones porque estaba convencida que habría mecanismos de autocorrección que impedirían el derrape. Pero esta complacencia no tomaba en cuenta un esfuerzo coordinado de una minoría comprometida con un programa ideológico que se dedicaron a sabotear todos estos mecanismos de autocorrección. Por lo tanto, es natural que la derecha tenga interés en reevaluar sus premisas y asegurarse que existan mecanismos de prevención contra este peligro.  No hacerlo sería cómplice con esas fuerzas disolventes.

El Sr. Cowen no lo dice, pero es algo que es levantado como un fantasma en muchos otros ámbitos y por lo tanto es bueno contestarlo. El riesgo implícito de este negativismo seria impulsar al movimiento de derecha a la violencia. Como decíamos el otro día, la izquierda tiene un grave problema de proyección psicológica. Como ellos llaman constantemente a una revolución sangrienta y han cumplido su promesa muchas veces en la historia piensan que la derecha busca los mismos métodos. Pero esta afinidad con la violencia no es tan frecuente en la derecha. Sobre todo en la derecha burguesa que es la que me parece que el Sr. Cowen esta analizando. 

Lo que quiere la Derecha es un mundo ordenado donde el mérito y la responsabilidad personal sean los factores determinantes para ascender en la escala de responsabilidad. Donde la concentración de poder sea vista con desconfianza y que se aplique el principio de subsidiariedad. Donde se respete al individuo, a la familia, a la comunidad. Se ame al prójimo y no conceptos abstractos como “la humanidad”.  Donde se respete la vida, la propiedad, la verdad. En resumen, donde se respete la Ley de Dios.  

1 comentario en “¿Realmente odiamos a “las elites”?”

  1. Muy bien!

    Esta frase resume el cambio ocurrido: “…esta complacencia no tomaba en cuenta un esfuerzo coordinado de una minoría comprometida con un programa ideológico que se dedicaron a sabotear todos estos mecanismos de autocorrección.”

    La diferencia sería que antes las elites se movían por intereses económicos o de clase. Ahora se mueven por ideología. No hay duda que esta constatación tiene todo tipo de matices y excepciones, pero muy en general creo que es verdadera.

    En la Iglesia Católica pasó lo mismo. El Clero través de la historia siempre fue mayoritariamente corrupto, haragán, cínico. Cumplía tolerablemente su rol de “elite” porque funcionaban los mecanismos de corrección provistos por la Providencia, que suscitaba santos y mártires.

    En cambio ahora tenemos un clero en gran parte ideologizado. Trabaja con ahínco para reemplazar la vieja religión acusada de cerrada, intolerante y dogmática por una nueva que inventaron ellos.

    Antes un católico podía llevar adelante su vida de piedad sin prestar atención a los defectos del Clero, tapándolos con una manta, como los hijos de Noé. Ahora hay que resistirse, organizarse, defenderse. Es la “nueva derecha” en la Iglesia!

Los comentarios están cerrados.

Scroll al inicio