Siempre pensé que, a falta de un santo patrono de la genealogía (aunque San Mateo, que empieza su Evangelio con una genealogía de Jesús ¡es un buen candidato!), el 2 de noviembre, fecha en que la Iglesia celebra a los Fieles Difuntos, es lo más próximo que tenemos a una Fiesta de los Antepasados.
Durante esta fiesta — cuyo objetivo es orar por los que han concluido su vida terrena — no recordemos únicamente a aquellos familiares próximos, aquellos cuyo salto a la eternidad (tal vez reciente) todavía nos duele. No pensemos solamente en hermanos, padres, abuelos o hijos que conocimos íntimamente e hicieron huella en nuestra vida, nuestra personalidad o nuestros sueños, dejándonos sus recuerdos, sus historias o sus pertenencias.
Acordémonos también — ¡porque no! — de aquellos antepasados más remotos que siempre fueron parte de nuestra historia familiar, que brillan en nuestro árbol genealógico, que tal vez de jóvenes — sino de chicos — conocimos y con los que establecimos una conexión llena de orgullo: el patriarca, la artista, el conquistador, la filántropa, el prócer, el empresario exitoso… aquellos que un país entero tal vez los tiene como suyos, pero sólo de nosotros recibirán el título de abuelo o de pariente.
Acordémonos especialmente también este año, de aquellos desconocidos que irrumpieron en nuestras vidas, saltando de la página de un libro, un estudio genealógico (o tal vez de un sitio como Genealogía Familiar), y se introdujeron en nuestras vidas reclamando esa familiaridad con nosotros que el parentesco les otorga.
Recemos por el eterno descanso de todos estos antepasados y, sin necesariamente entender la forma misteriosa con que la Providencia teje el tapiz de la historia de cada familia y de cada país, agradezcámosles la parte que cada uno de ellos contribuyó hacia lo que somos nosotros hoy.
Porque vivir en nuestro recuerdo es, después de la salvación eterna, lo más parecido a la inmortalidad que podemos darles.
Excelente articulo que nos hace recordar de donde venimos y de todos nuestros ancestros por los que debemos orar en el días de hoy! QEPD. Muchas gracias.
El hecho de hacer genealogía, aparte de entretenerme, me hace esforzarme por ubicar a mis antepasados para hacerlos figurar en el árbol genealógico y sean recordados para siempre, y reciban tambien nuestras oraciones. A falta de un Santo Patrono, en Argentina deberíamos agradecerle a Sarmiento (no es Santo de mi devocion…) por el Censo 1869 con tantos datos que nos ayudaron, pero tambien al que hizo el Censo de 1855 en Buenos Aires y muchos otros padrones de la época colonial.