Hace unos días Alfonso hablaba del libro de Paul Johnson, “Los Intelectuales”. Allí se relata la MUY BAJA calidad humana de muchas luminarias del movimiento progresista a lo largo de la historia. Aunque cada uno se destacaba por algo particular, eran desagradables, desagradecidos, egoístas, pedófilos, borrachos, amarretes, mujeriegos, etc.
Pero no se limita al pasado lejano. En la historia reciente y en la actualidad los referentes del movimiento no han mejorado mucho. El Che era un asesino. JFK era un mujeriego que robo la elección con sus conexiones en Chicago y cuyo padre era un mafioso simpatizante de los nazis. Ted Kennedy era otro mujeriego borracho que mató a una chica. La calidad moral de Bill Clinton no está en duda: es bajísima. Su mujer por conveniencia, Hillary es la imagen de la ambición desmedida, dispuesta a todo para conseguir sus objetivos.
Nuestro elenco local no se destaca por ser luminarias. Cristina es una oportunista, corrupta, descarada. Alberto Fernandez es un mal educado. Francisco es famoso por ser un jefe arbitrario y poco leal con sus subordinados.
Biden es un plagiador, que cuando estaba lúcido mentía tanto como cuando no lo está. Además, todo el mundo sabe que, si Hunter vendía influencia, alguien la proveía. Lula fue condenado por el mayor escandalo de corrupcion de la historia. Boric es un pelafustán muy poco preparado. Maduro es un analfabeto narcotraficante, Kamala Harris es bruta como un cascote y no consigue retener empleados porque los maltrata, Fetterman, el nuevo senador por Pensilvania literalmente no sabe hablar. Y pudiera seguir durante varias páginas.
Sin embargo, todos ellos reciben un tratamiento deferencial por parte de los miembros de su facción. JFK ha sido prácticamente canonizado en Estados Unidos. Cristina no es criticada por los miembros de su partido, por los periodistas afines, o por ningún “intelectual” del régimen. Tinelli no se burla de Alberto Fernandez. Ted Kennedy fue reelegido al Senado hasta su muerte. Bill Clinton sigue siendo aceptado en los círculos “que cuentan”. El escandalo de Biden y su hijo Hunter fue encubierto por la prensa. Lula va a ser presidente de Brasil. Boric es presidente de Chile. Maduro, como decíamos ayer, fue recibido en el COP27 y mantuvo conversaciones con varios lideres mundiales como si fuera un interlocutor válido y ahora el gobierno americano quiere levantarle las sanciones.
Aunque la máxima obsecuencia se reserva para los lideres del momento, ya que son ellos los que sirven más y mejor a la “causa”, esta protección se extiende también más allá de su utilidad inmediata. Una vez que se retiran, les dan honores, contratos lucrativos, los tratan bien en los libros de historia, se “olvidan” de sus defectos y/o atrocidades. Se focalizan exclusivamente en sus contribuciones (reales o imaginarias). Cuando sus defectos son demasiado visibles, los “archivan” (Bill Clinton), aunque raramente los denigran públicamente.
Me imagino que los correligionarios de estos personajes no son masoquistas. Fueron o son perfectamente conscientes de esas falencias humanas. En muchos casos son los primeros que las tienen que sufrir. Pero deciden ignorarlas porque concluyen que hacer avanzar sus objetivos estratégicos e ideológicos es más importante que ventilar las miserias humanas. Que si buscaran el líder perfecto, no tendrían ninguno. Que sumarse a las criticas de sus adversarios políticos no sirve ningún propósito si no es dañar su propia causa. No creo que los admiren debido a sus defectos, si no a pesar de ellos. En resumen. Los aguantan como son, porque la causa progresista es lo mas importante para ellos.
El contraste no puede ser mas chocante en la derecha. Sobre todo, la derecha “bien pensante”. Observen que cuando una persona de “nuestro palo” se refiere a muchos de los que son o han sido nuestros lideres recientes casi siempre se ven obligados a acotar alguna frase que deje claro su superioridad moral o intelectual. “No es que yo justifique tal o cual cosa”, o “el personaje no me cae bien, pero…”, o “no tiene mucho carisma”, o “no sabe transmitir bien el mensaje”, o “es un extremista”, o “no es un buen político”, o “se le sospecha tal o cual escándalo”, etc.
Otro “tick” irritante es criticar al líder actual, pero alabar a lideres del pasado que son enteramente irrelevantes desde un punto de vista práctico. Exactamente lo contrario de lo que decíamos arriba sobre la izquierda.
Trump es impresentable pero Reagan era un genio. Bolsanaro dice barbaridades. Milei es demasiado estridente y no tiene equipo. Katz no tiene suficiente “carisma”, Alvaro Uribe “se ha transformado en un gruñón”, etc. etc.
Como ya lo he mencionado en varias oportunidades en estas notas, yo creo que debemos aprender mucho de la izquierda y su compromiso con la causa. Sin comprometer los principios, la ética y la moral, todo el resto debe ser juzgado desde el punto de vista de lo que sirve para hacerla avanzar. Si un líder con las falencias humanas que todos tenemos, sirve para acercarnos al objetivo, allí estaremos con ellos.
¿Maquiavélico? Ciertamente. Pero efectivo.
Muy buena observación. Nicolás Márquez dice que la derecha no tiene mística y siempre tiene complejo de culpa de no ser calificado de facho o nazi.
Y en eso Milei lo dice bien: el fascismo y el nazismo son socialistas, sin embargo, nadie lo dice.
Falta audacia, retórica y convicción.
Exacto, Esteban. Sobre todo conviccion.
En la derecha también hay un revisionismo histórico autodestructivo. Todos los contrarrevolucionarios del pasado están siendo demolidos, de manera que ya casi no quedan modelos a seguir.
San Ignacio de Loyola sería el autor de la legendaria falsedad jesuítica. Los “ultramontanos” del Siglo XIX serían los autores del servilismo clerical. El arte rococó era cursi. No queda nada en pie.
Si sometemos a los grandes personajes de la contrarrevolución a un examen de sus vidas personales como el que hace Paul Johnson, los nuestros son incomparablemente mejores que los progres.
Y sin embargo está muchos pseudo intelectuales de derecha dedicados a encontrarle la quinta pata al gato para des-mistificarlos.
Totalmente!
Estoy seguro de que es hecho con la loable intención de mostrar que en la derecha sí somos capaces de autocrítica. Pero hay que acordarse del viejo principio: critica en privado, alaba en público…