Maria Anastasia O’Grady compara hoy en su artículo semanal el reciente levantamiento de sanciones que favorece a Nicolas Maduro con la política que eligió el gobierno de Biden con respecto a Guayana, un raro aliado de Occidente en Sudamérica.
Recientemente hubo un importante descubrimiento petrolero en la costa de Guayana, un pobrísimo país de 800,000 habitantes en la costa norte de Sudamérica, que le permitiría salir de su subdesarrollo, mientras aliviaría la dependencia del mundo en los recursos naturales de Rusia, Venezuela, Irán y otros regímenes totalitarios que nuestros sabios lideres no se han cansado de repetir es una cosa MUY mala.
Aun mejor. El tipo de petróleo encontrado es bajo del tipo “liviano” y con poco sulfuro lo que lo hace más fácil de extraer y refinar, siendo mejor para el medio ambiente que el que extraerá Chevron en Venezuela. Sin contar el incalculable peligro que representa para el medio ambiente y la humanidad en general tenerlo a Maduro con plata en el bolsillo.
Sin embargo, la administración Biden se ha opuesto a los prestamos necesarios en los organismos multilaterales que necesita Guayana para desarrollar la infraestructura necesaria. Aparentemente ESTE tipo de explotación petrolera va en contra de los dogmas religiosos de Gaia.
Naturalmente, China gustosamente, está ofreciendo todos los recursos que puedan necesitar bajo el sistema de prestamos “minados” que los caracteriza.
Si las “elites” occidentales estuvieran a sueldo de la oposición no harían las cosas de una manera muy distinta.
Ya oigo algún escandalizado acusarme de promover “teorías conspirativas”.
El tema es que, si lo hacen gratis, es aún peor.