Cosme Beccar Varela (1911-1987) (abuelo de Isidro, Alfonso, Luis y yo) era muy amigo de los autores ingleses católicos. Fue a visitarlos a Inglaterra y llegó a ser representante de los derechos autorales de algunos de ellos. Encontré “pruebas de galera” (así se decía antes) de una traducción que probablemente preparaba para su editorial “Espiga de Oro”.
Entre los libros de nuestro abuelo encontré “Now I See” (“Ahora Veo”) de Arnold Lunn, autor hasta ahora desconocido para mí. Lunn se convirtió al catolicismo en 1932, escribió el libro en 1933 y la edición que tengo es de 1939. Busqué por Google el título en castellano “Ahora Veo” de Arnold Lunn y constaté que es prácticamente desconocido en el mundo hispanohablante.
Me pareció suficientemente interesante como para resumir y traducir algunos trechos para LBM(RL), con comentarios. Aquí va.
El padre de Arnold Lunn era predicador Metodista, su abuelo materno era clérigo anglicano. Pertenecían “a la clase que en conjunto despreciaba socialmente a los católicos” (pág 5). Sin embargo cuando Arnold era niño su madre entró por casualidad a una iglesia católica, vio un altar dedicado a San Francisco Javier y rezó para que su hijo fuera un misionero como él (misionero protestante, se entiende).
Su camino hasta la conversión fue muy lento. De joven admiró a Leslie Stephen, un agnóstico pionero del alpinismo y como resultado Arnold se hizo ateo y escalador. El montañismo lo hizo famoso; recibió el título de “Sir” por su contribución en ese terreno.
En su juventud su libro de cabecera era “An Agnostic´s Apology” y se suscribió a la “Rationalist Press Association”, lo que preocupó a sus padres, muy religiosos.
Su problema es que no veía “lógica” en el cristianismo. Decía que el único argumento válido del Cristianismo es que su Fundador resucitó. Lo demás lo puede decir o hacer cualquiera. Pero como resucitar es imposible, entonces el cristianismo es falso.
“Estoy convencido que es un gran error apartar como irrelevantes los argumentos lógicos a favor del Cristianismo y concentrarse en que la gente encuentre a Cristo” (pág 15). “De nada sirve implorar a la gente que viva cristianamente si no están convencidos que el Cristianismo es verdadero.” El Cristianismo sin la Resurrección no pasa de ser un “código de salud”, bastante poco atractivo (pag. 18).
“Para los modernos, como el Profesor Julian Huxley, la religión no es otra cosa que una colección de momentos de éxtasis, como cuando se oye una sinfonía de Beethoven” (pag 21). “La emoción no disciplinada por la razón es siempre peligrosa. Adorar la naturaleza degenera en sentimentalismo. La religión de las montañas que algunos montañistas dicen profesar es fundamentalmente irracional. Las montañas se pueden comparar a catedrales, pero nadie adora catedrales.”
En Mürren, Suiza, se encontró con el Padre Fahey (Comentario: enterrado en La Recoleta) y discutieron sobre los milagros de la Biblia. Arnold decía que si Josué hubiera detenido el giro de la Tierra la gente hubiera salido despedida por los aires a la velocidad que gira la tierra. Fahey le contesto que Dios Omnipotente hizo la ley de la Gravedad y por lo tanto puede suspender sus efectos (pág 37).
“He leido todas las grandes obras de la literatura alpina pero el mejor elogio a las montañas lo escribió el Sr Hillaire Belloc, que no es montañista”. En ese libro Belloc hacía una breve descripción de una capilla adonde unos campesinos suizos católicos cantaban en latín “Te lucis ante terminum”. Ese descubrimiento hizo que Arnold empezara a entrar en las capillas católicas que encontraba en medio de los Alpes. También entraba en las protestantes, pero no le gustaban tanto.
Según Lunn los modernos inventaron un Cristo diferente al real, con ideas como éstas: “Es mucho mejor pensar en Jesús como hombre… no hay que darle tanta importancia a los milagros… prefiero no pensar en los milagros… el Jesús-Hombre es más atractivo que el Jesús-Dios…” (pág 71). El Jesús real no solamente hacía milagros sino que además creía en la existencia del Infierno, creía en la existencia de los demonios y en muchas cosas que los modernos no creen.
La religión moderna se reduce a un Agradable Sentimiento Interno, “Funny Inside Feeling” (FIF) por el cual las personas “sienten” que tienen razón y que los demás no la tienen (pág 76). El FIF es muy selectivo con sus textos. Por ejemplo al FIF no le gustan los textos del Evangelio en los que Jesús insiste en lo real que es el castigo eterno (pag 77). El nuevo mensaje es “Dios no castiga”.
“A los ingleses no nos gusta la controversia, porque en realidad no nos gusta la lógica” “El valor que se le da a la controversia como medio para alcanzar la verdad naturalmente depende del valor que se le da a la lógica para sacar conclusiones correctas a partir de determinadas premisas.” (pág 99) “Nuestros antepasados medievales creían en la controversia porque creían en la Razón. Santo Tomás de Aquino escribió que es necesario disputar las verdades de la Fe en público, siempre y cuando los participantes estén bien preparados. Lutero criticaba los áridos silogismos de los escolásticos y sostenía: “La Religión no empieza en el cerebro sino en el corazón.” De hecho nuestra desconfianza nacional contra la lógica la debemos al protestantismo, que es ilógico. En el fondo los ingleses sabemos que “la lógica lleva a Roma.”
Lunn se puso a investigar “el caso” de la Resurrección como si fuera un detective. Los testigos, los indicios, los datos, inclusive fuentes judaicas. Llegó a la certeza de que esta persona que vivió hace dos mi años había resucitado, efectivamente. Ese milagro lo llevó a adoptar el “combo” completo, es decir, el catolicismo tradicional, no las versiones aguadas y sentimentales.
Casi a los 50 años Arnold fue recibido en la Iglesia Católica al pie del altar de San Francisco Javier en la misma iglesia de los Jesuitas en Farm Street, Londres, que su madre había visitado de niño. (Comentario: El autor de La Botella al Mar, Cosme Beccar Varela, también fue a rezar a ese altar y me trajo la postal que ilustra esta nota).