Los que vienen siguiendo la saga de la compra de Twitter por Elon Musk, habrán notado una cierta histeria por parte de los que en Estados Unidos se conocen como “liberales”, pero que de liberales en el sentido clásico de la palabra tienen poco. Si nos guiamos por sus comentarios, el nuevo Twitter es un peligro para la democracia, y se ha convertido en una plataforma para xenófobos y delirantes de teorías conspirativas.
Nunca fui usuario de Twitter. Confieso que sintetizar mis pensamientos en 144 caracteres no es lo mio. Pero es innegable que hace tiempo la plataforma se ha convertido en un gran foro de intercambio de información e ideas. Lo que también es innegable es que en los últimos cinco o seis años, Twitter se había alienado con las grandes empresas informáticas como Google, Facebook y Apple, ejerciendo su poder de forma arbitraria y prepotente para silenciar puntos de vista con los que no estaban de acuerdo. Las dos elecciones norteamericanas de 2016 y 2020 fueron tierra fértil para este ejercicio de control, que llegó a un paroxismo durante la epidemia de COVID.
Amparadas en la sección 230 de la llamada “Ley de Decencia en las Comunicaciones” (me pregunto si los que nombraron esta ley son concientes de la ironía de su nombre) que protege a las plataformas online contra juicios sobre el contenido posteado por los usuarios, estos gigantes ejercen una censura mucho más efectiva que de la los regímenes totalitarios de antaño. De hecho, en nuestros días, estas empresas son funcionales al régimen comunista chino, y colaboran activamente en la implementación de la censura (y probablemente acciones más activas) para suprimir y reprimir a la oposición. Y, como bonus, están en gran medida blindadas contra acciones judiciales de los que se sienten perjudicados.
De forma muy efectiva entonces, escudándose en políticas para “evitar la desinformación”, “proteger la sensibilidad de los usuarios”, o “restringir los mensajes de odio”, cercenan la libertad de expresión, algo que el gobierno norteamericano no debe hacer según la primera enmienda de la Constitución de ese país, que claramente dice: “El Congreso no hará ninguna ley con respecto al establecimiento de una religión, o que prohíba el libre ejercicio de la misma; o coartando la libertad de expresión, o de prensa; o el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y a solicitar al Gobierno la reparación de agravios.”
Paradójicamente, en tiempos en que la ideología “liberal” o “de izquierda” no se sentía en control del poder o las instituciones, “liberdad de expresión” fue una bandera usada y abusada por ellos para impedir que sus puntos de vista fueran silenciados. Pero esos tiempos han quedado atrás. Hoy, y de forma creciente, se acepta que esta libertad debe ser condicionada a lo que los “expertos” o “especialistas” opinen. Esbozar o formular opiniones que vayan a contrapelo (o meramente diferentes) de lo que el “establishment” predica, es generalmente suficiente para ser censurado en estas plataformas, sobretodo en temas que son de interés a la ideología dominante en nuestros días, que podemos definir como anti-Cristiana y, en términos coloquiales, “de izquierda”.
Es este el contexto en el que se da el cambio de manos de la conducción de Tweeter. Elon Musk, un billonario que votó a Biden en las últimas elecciones, no tiene ni de lejos credenciales conservadoras pero se ha declarado un “absolutista de la libertad de expresión”, y comenzó su reino en Tweeter terminando el exilio de varias personalidades arbitrariamente cenceladas en el pasado reciente.
La reacción “liberal” no se hizo esperar. Elon es ahora demonizado con una virulencia similar a la aplicada siempre a Donald Trump. Al igual que Trump, se lo considera una amenaza a la democracia. ¡Y hasta el hecho que le gusta la coca diet es indicio de su inestabilidad mental!
No tengo ni idea que rumbo tomará Tweeter en los próximos meses, y no idealizo a Musk o su forma de actuar. Pero no deja de causarme alegría ver retorcerse de angustia a todos los mojigatos que temen perder una fracción de poder. Como todo tirano, no soportan que su autoridad sea cuestionada, no vaya a ser que más de uno despierte y ose plantárseles en el camino. ¡Que así sea!
Gracias por compartir sus consideraciones sobre esta situación de Musk/Twitter. Tus palabras, “sintetizar mis pensamientos en 144 caracteres no es lo mio” son bastante acertadas.. jajaja Gracias por compartir tus pensamientos con nosotros.