Lucio Dupuy y la familia natural

La vida de horror que dos lesbianas que fungían de “madres” infligieron al pobrecito Lucio Dupuy hasta matarlo no es un caso aislado.

Los homosexuales no suelen ser buenos padres ni buenos esposos, suponiendo que esas nobles palabras pudieran por absurdo aplicárseles. La supuesta “familia” homosexual es una construcción artificial en la que los niños son los más perjudicados. 

Pero es políticamente incorrecto decirlo. 

Hace treinta años, decir que el ambiente natural para que un niño crezca era la familia natural, con padre y madre, era una obviedad que sólo se negaba en algunos cenáculos trasnochados a los que nadie prestaba atención.

Después de tres décadas de insistencia machacona los progresistas (y de los gobiernos que les temen) consiguieron instalar la idea de que los homosexuales son tan buenos padres como cualquiera. 

Por supuesto que no todas las familias naturales son buenas con sus hijos ni todas las pseudo- familias homosexuales son malas con los niños que les entregan. Pero es falso afirmar que para un niño es exactamente lo mismo. 

La homosexualidad es un vicio, no una enfermedad, pero como todo vicio deriva en enfermedad. El alcohólico también es un enfermo, pero su enfermedad proviene de un vicio que no se esforzó en combatir. A causa del vicio derivado en enfermedad estas personas tienen su voluntad debilitada. Cada vez les cuesta más autocontrolarse. De nuevo conviene recordar que no todos los casos son iguales; la mayoría mantiene un cierto autocontrol y pocos lo pierden completamente. Pero es lógico suponer que personas dominadas por un vicio sean EN PROMEDIO más violentas y caprichosas. 

No hay estadísticas sobre fidelidad pseudo conyugal entre homosexuales o de cumplimiento de sus deberes pseudo parentales. Las que hay se esconden. Hace veinte años había salido una estadística policial sobre violencia entre homosexuales, pero desapareció rápidamente. Los “enamoramientos”, los celos, las rabias, los despechos, todo es más agudo cuando la persona ha perdido todo o parte de su autocontrol por practicar un vicio. Y los niños -obtenidos por medio del temor de los funcionarios- tienen que vivir en ese clima pseudo familiar.

Rodríguez Larrata se sacó una foto entregando el primer bebito en adopción a una pareja homosexual. ¿Cómo será la vida de ese niño hoy, quince años después? ¿Qué ejemplos recibe de sus supuestos “padres”? ¿Qué enseñanzas le dan?

Ahora están todos indignados con la jueza Ana María Pérez Ballester, por haber entregado a Lucio a esta pareja de lesbianas. Es muy probable que ella haya actuado por miedo. El mismo diario La Nación menciona esa posibilidad, aunque muy discretamente y con signo de pregunta: 

“La otra hipótesis, tan de nuestros tiempos de territorios minados y cancelaciones, se relaciona con la condición de la progenitora que pertenece a la comunidad LGTB. Fallar en contra de la solicitud de revinculación podría ser visto como un atentado discriminatorio contra este grupo y sus derechos. No miró lo que había que mirar, no tomó los recaudos que había que tomar, ¿fue por no ser acusada como discriminadora?” (Ver nota acá).

El miedo de una Jueza a apartarse del Pensamiento Único la llevó a destruir un niño.

1 comentario en “Lucio Dupuy y la familia natural”

  1. Se ha hablado mucho del “interés superior del niño”; pues bien: este interés superior, debe perseguirse, cuando es por medio de la adopción, mediante la compensación del bien natural perdido, que es el padre y la madre. Nadie tiene derecho a adoptar; más bien, los chicos tienen el derecho de ser acogidos en situaciones lo más favorables posibles a la recomposición del bien perdido que, ya se ha dicho, es una familia natural.
    Por eso los homosexuales no deben ser candidatos a la adopción, y muchísimo menos por su condición de tales, en tanto nada tienen de semejanza con la familia natural que el chico ha perdido.
    LMSS

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