Giorgia Meloni ganó ayer las elecciones italianas. Con el 26% de los votos, su partido fue el más votado de entre los varios que se presentaron, liderando una coalición de centro-derecha que captó el apoyo del 43.8% del electorado, superando por lejos a la coalición de centro-izquierda que no logró superar el 26.1% de los votos.
Como era de esperar, la misma campaña que etiquetó a Giorgia Meloni como “facista” y de “extrema derecha” y no logró descarrilar su candidatura, continua ahora con mayor urgencia por parte de los que usan estas etiquetas para pre-definir a los que no se suman al coro de la ideología imperante.
“Se la acusa de tener una agenda “descaradamente reaccionaria”, en gran parte, al parecer, debido a su hostilidad hacia los inmigrantes ilegales y a la “ideología woke”, a la que en un discurso en Estados Unidos a principios de este año culpó (entre otras cosas) de “destruir los cimientos de la familia natural.”
“Pese a que Meloni ahora acepta las uniones civiles entre homosexuales (que son legales en Italia desde 2016), todavía se opone a que estos adopten niños. Ella dice que un niño tiene “derecho a un padre y una madre”. Se opone a la política de género en las escuelas y a lo que llama en italiano-inglés “el lobby LGBT”. Una oradora apasionada, ocasionalmente maníaca, procalmó en un mitin en Roma en 2019: “Quieren llamarnos padre 1, padre 2, género LGBT, ciudadano X, con letras de código. Pero no somos letras de código… y defenderemos nuestra identidad. Soy Giorgia Soy una mujer. Soy madre. Soy italiana, soy cristiana. ¡No me quitarás eso!” .
(The Spectator)
Veremos ahora como gobierna.