Hace tiempo vengo siguiendo las noticias del camino sinodal que ha iniciado parte de la iglesia católica alemana, así como peticiones puntuales de algunos católicos anglicanos que van en contra de la doctrina. Sin embargo, la iglesia flamenca de Bélgica ha dado un paso más audaz al establecer una liturgia para las parejas homosexuales, es decir, una especie de matrimonio de parejas del mismo sexo, junto con la creación de la coordinación de “Homosexualidad y Fe” dentro del Servicio de Pastoral Familiar Interdiocesana de la Iglesia católica flamenca.
Efectivamente, los obispos flamencos liderados por el Cardenal Jozef De Kesel – Arzobispo Metropolitano de Bruselas desde noviembre del año 2015 y Presidente de la Conferencia Episcopal de Bélgica desde febrero del año 2016 – a través de un documento titulado “Estar cerca de los homosexuales desde el punto de vista pastoral. Por una Iglesia acogedora que no excluya a nadie”, se desmarcaron del resto de la Iglesia y comunicaron que bendecirán uniones de parejas homosexuales, a través de una liturgia especial para estas celebraciones.
El cardenal De Kesel (en la foto) se ha caracterizado por sus polémicas declaraciones siempre en contradicción con la doctrina de la Iglesia Católica, las cuales no han sido obstáculo para avanzar en su carrera y nuevos cargos designados desde el Vaticano. Así, dos meses después de su nombramiento como Arzobispo, en el año 2010, De Kesel cuestionó el celibato clerical. Posteriormente, en el año 2012 se proclamó defensor de la ordenación de mujeres dentro de la Iglesia católica, por citar alguna de sus posturas.
Sin embargo, hasta el momento no ha habido reacción alguna del Vaticano, solamente un artículo en “El Observador Romano” que, si bien no condena expresamente la decisión de la Iglesia flamenca, señala que no cuentan con el permiso de Roma y que no está permitido conforme a la doctrina católica.
Para algunos, la postura débil del Vaticano tendría por objeto evitar enfrentamientos, que llevarían inevitablemente a un cisma; para otros, estaríamos frente a hechos consumados que a nadie le importan. Pero ¿qué pasa con los católicos – dentro de los que me incluyo – a los que sí nos importa la doctrina de la Iglesia y la opinión del que se supone que es el representante de Dios en la tierra y sucesor de San Pedro? ¿Qué pasa con el escándalo que provocan declaraciones y actos como los de la iglesia flamenca y en especial del cardenal de Kesel?, quién además no es sancionado o amonestado por sus superiores desde Roma.
En otro ámbito, en los mismos días que la Iglesia flamenca emitía el documento sobre la liturgia especial para parejas homosexuales; la ministra española Irene Montero declaraba en el parlamento, que un menor tiene “derecho a amar o tener relaciones sexuales con quién les dé la gana, basadas, eso sí, en el consentimiento”, levantando una gran polémica en redes sociales y petición de cese o dimisión por parte de los sectores conservadores del país, no así desde el gobierno ni desde la Iglesia española.
Efectivamente y para gran sorpresa de muchos, el secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española, Luis Arguello, salió en defensa de la Sra. Montero argumentando que sus palabras se sacaron de contexto, sosteniendo que “Francamente, no creo que la Ministra de Igualdad [Irene Montero] defendiera en esas declaraciones que los niños puedan mantener relaciones sexuales”, ante el desconcierto de los fieles que esperaban una condena o al menos una crítica.
Diferente ha sido la reacción del cardenal holandés y arzobispo de Utrecht, monseñor Wilhelm Eijk, quien mientras Roma y el Dicasterio para la Doctrina de la Fe callan, en un artículo publicado en el medio italiano La Brújula Cotidiana, hace un ferviente llamado para que los círculos eclesiásticos competentes ordenen a los obispos flamencos retirar su declaración.
No es la primera vez que monseñor Eijk defiende públicamente la doctrina tradicional de la iglesia asegurando que el futuro pertenece a la práctica ortodoxa de la fe, y que “las religiones que se adaptan a la cultura y a los tiempos actuales se pierden y pierden a sus fieles”, algo que él ha podido experimentar en su propio país, donde la fe es ya prácticamente residual precisamente por el abandono de la propia curia.
¡Muy bien María Errázuriz!
A la opinión del Cardenal Eijk agrego la del Obispo Robert Mutsaerts (https://www.lifesitenews.com/opinion/read-full-statement-saying-pope-francis-teaching-on-holy-communion-already-condemned-by-council-of-trent/)
Es triste que sean los obispos holandeses los que censuren a los obispos españoles y belgas. Es notable que la reacción contra el progresismo venga de los países que más lo sufrieron. Los países tradicionalmente más católicos están demostrando que su piedad era sentimental, sin fundamento doctrinario.
Que horror el silencio del Varicano….la excusa de no querer enfrentamientos no la cree nadie…El que calla otorga…