En 1911 un intelectual socialista americano llamado William James dictó una conferencia que llamo “El equivalente moral a una guerra”. James, que se decía pacifista, considera que los militaristas de su época tenían razón en apuntar a las virtudes cívicas que la guerra trae a la superficie de una población: “intrepidez, desprecio a la debilidad, subordinación de los intereses privados, obediencia a las órdenes” son las que menciona. Se pregunta cómo podrían los socialistas incentivar similares virtudes sin llegar a provocar guerras sangrientas. En particular se refiere a las clases burguesas que solo estaban expuestas a vicisitudes y sufrimientos en tiempos de conflicto. La solución que propuso es lo que llamó “el equivalente moral a una guerra”. Crear en la población el estado de ánimo que justificaría por ejemplo una conscripción (temporaria) de todos los ciudadanos para trabajar “por el bien común” y experimentar en carne propia las penurias de los soldados en el frente.
Y no es patrimonio exclusivo de los socialistas “internacionales”. Los socialistas “nacionales”, los fascistas y todo gobierno totalitario ha llegado a la misma conclusión: la población en “pie de guerra” es una población obediente y dependiente del poder del Estado.
En 1977, Carter estaba sumido en la crisis energética y económica producto de las políticas estatistas en boga en esos años (agravadas por el conflicto en Medio Oriente) e hizo un discurso con ese mismo leitmotiv. La solución que propuso, haciéndose eco de James, fue que los americanos pensaran en la crisis por la que atravesaban como “el equivalente moral a una guerra”. Y que hicieran los sacrificios que estarían dispuestos a hacer en un conflicto. Implícito estaba el pedido de que le dieran el tipo de poder casi omnímodo que tiene un gobierno en tiempos de crisis. Es decir que la culpa de la crisis no eran sus políticas si no que la gente no era suficientemente obediente. No aclaró si la equivalencia llegaría al punto de hacer fusilar gente por desacato.
Si consiguiéramos entender lo que dice Biden, creo que esta tratando de vender un punto similar.
Sospecho que la posición pacifista que tradicionalmente ha adoptado la izquierda es uno de sus “valores temporarios”. Similar al “mi cuerpo, mi elección” (solo aplicable al aborto, pero no a los experimentos con inyectables), “abolir la policía” (hasta que la policía les responde y se convierten en estados policiales), o “libertad de expresión” (hasta que controlan los medios), o “derechos humanos” (hasta que quieren vengarse de sus enemigos). China, Rusia y todos los gobiernos comunistas cayeron en un militarismo caricaturesco, incluyendo varias aventuras bélicas no muy consistente con una doctrina pacifista.
Es natural que esto sea así. Para la Izquierda el Estado es su religión. Rousseau, uno de los padres fundadores del “progresismo”, llego a articular esto claramente cuando llamo a reemplazar el Cristianismo por “una religión civil”. A la misma conclusión llego Voltaire quien consideraba que la religión (por supuesto no Católica) debía ser una función más del estado.
Cuando la izquierda y otros idiotas útiles hablan de un “estado presente” siguen en esta tradición. Mas allá del tamaño del estado (obviamente lo quieren grande) quieren que las competencias del estado abarquen todos los aspectos de la vida humana. Como la Ley de Dios es enteramente abarcativa.
La diferencia es que la Iglesia sí cree en la separación del poder temporal del poder espiritual. Desde que Jesús instruyó lo de darle al Cesar lo que es del Cesar, la Iglesia lo ha mantenido (al menos doctrinariamente). Vale la pena aclarar que eso no significa eximir al estado de la Ley de Dios. Simplemente que las competencias, las herramientas, las penalidades, los mecanismos de aplicación son todos distintos. Por ejemplo, cuando uno comete una ilegalidad la pena puede ser la cárcel. Cuando uno comete un pecado, la penalidad puede ser el infierno.
¿Se acuerdan cuando hablábamos de la proyección psicológica de la Izquierda que acusa a Iglesia de querer “teocracias”? Eso es exactamente lo que quieren ellos. Solo que el Estado es su dios y su iglesia.
La “guerra” contra la pobreza, la “guerra” contra el calentamiento global, la “guerra” contra el COVID y todas las otras “guerras” que nos venden continuamente son “guerras santas” para aumentar los sacrificos en el altar del Estado. Siempre y cuando el mismo esté en manos de sus “clérigos” (burócratas o plutócratas), claro está.
Y esto nos lleva a la pregunta inevitable: ¿la belicosidad que están demostrando los antiguos pacifistas en el caso de Ucrania, es por sincera simpatía al pueblo ucraniano, o porque sienten que una “guerra caliente” es una mucho mejor oportunidad para expandir su poder que los débiles sucedáneos que mencionamos arriba?
El que viva, verá…
En Argentina el “equivalente moral a una guerra” son las supuestas “emergencias económicas” por las que nos tienen en vilo, sin derechos.
Durante las “emergencias” el Poder Ejecutivo gobierna por medio de Decretos de Necesidad y Urgencia (“DNU”).
Los malos gobiernos generan la crisis económica, que les permite gobernar por DNU arbitrarios, que a su vez profundizan la crisis, que trae más “emergencia”. Y así estamos hace 80 años.