El sistema moderno de gobierno es más aristocrático (¿oligárquico?) que democrático. No es el gobierno de la mayoría. Es el gobierno de una minoría bien financiada y organizada. Pero es innegable que tiene el consentimiento de por lo menos de una buena porción de la población. ¿Cómo consiguen ese apoyo?
Si un progre nos lee (¡hola, Adolfo!) inmediatamente me dirá que eso es obvio y que se apoyan en los “intereses económicos” según lo que su facción viene proclamando hace mucho tiempo.
Y tiene Ud. razón. Pero solo parcialmente. Si la codicia fuera el único motor que mueve el esquema moderno de poder, las cosas serian relativamente simples.
Observemos nuestro propio día a día. Es evidente que no todas nuestras acciones son empujadas por “intereses económicos”. ¿Por qué compramos ropa “de marca” cuando pudiéramos vestirnos con un producto de igual calidad pagando mucho menos? Porque la motivación “vanidad” (orgullo) en este caso es más fuerte que la económica (codicia). Lo mismo podemos decir cuando preferimos quedarnos dormidos y no ir a trabajar. La “fiaca” (pereza) es más fuerte que nuestro interés económico. Los episodios en los que alguien, preso de un ataque de furia (ira), produce un daño que luego tiene que reparar a un costo considerable no son infrecuentes.
Gracias a Dios también hay muchas motivaciones buenas y estoy seguro de que es la norma en todos nuestros lectores. Pero seamos sinceros ¿Acaso la pereza no es más fácil que la diligencia? ¿La gula que la templanza? ¿la lujuria que la castidad? ¿la codicia que la austeridad? ¿el orgullo que la humildad?
Un cínico que no crea en el concepto de “naturaleza caída” o “cielo” o “infierno” o todas esas patrañas de la abuela, pero que tenga un poco de espíritu de observación se dará cuenta que todas esas pasiones pueden ser “apalancadas” con mucha facilidad para beneficio propio.
Su primer desafío sería mejorar el “branding”. Después de 2,000 años de educación Cristiana, el público pudiera tener alguna resistencia a una campaña que le propusiera como ideal ser orgulloso, perezoso, envidioso, degenerado, glotón, iracundo y codicioso.
Pero, milagros del marketing moderno, si en lugar de orgullo hablamos de “igualdad”, si a los perezosos los llamamos “víctimas de la explotación”, si en lugar de envidia hablamos de “justicia social”, si decimos que la lujuria es una “liberación de prejuicios”, si justificamos la ira como “pasión revolucionaria”, y en lugar de codicia hablamos de “consumo” ya tenemos algo con lo que trabajar.
Después nuestro cínico tendría que “personalizar la campaña”. Tal vez un intelectual no sea codicioso o perezoso, pero el “ángulo” del orgullo funcione muy bien. No parecería difícil incentivar la codicia de un empresario, la lujuria de un estudiante, la pereza de un trabajador, la gula de un adicto, la envidia de un fracasado. Y el mercado potencial de nuestro cínico es enorme. El conflicto entre vicios y virtudes es universal y el campo de batalla es el interior de nuestra conciencia. Y lamentablemente todos nosotros, mismo los que rezamos el Padre Nuestro, caemos (frecuentemente) en alguna tentación.
Tal vez estos “pilares” no sean novedosos, pero si son poderosos. Está en cada uno de nosotros restarles efectividad…
Muy bien Isidro!
Su artículo me recuerda algunos trechos de Donoso Cortés:
“Vosotros los que aspiráis a … dominar en las naciones… no os anunciéis como depositarios de verdades clarísimas y evidentes, y sobre todo no declaréis vuestras pruebas, si las tenéis, porque jamás el mundo os reconocerá por señores… Anunciad, por el contrario, que poseéis un argumento que echa por tierra una verdad matemática… que Dios no existe o que el hombre es Dios… que la sabiduría de los siglos no es otra cosa sino pura ignorancia… que todo gobierno es tiranía y toda obediencia servidumbre; que lo hermoso es feo, que lo feo es hermosísimo;… que el robo es un derecho imprescriptible, y que la propiedad es un robo; que no hay orden sino en la anarquía, ni hay anarquía sin orden; y estad ciertos de que con este solo anuncio, el mundo, maravillado de vuestra sabiduría y fascinado por vuestra ciencia, pondrá a vuestras palabras un oído atento y reverente. Si al buen sentido, de que habéis dado larga muestra … añadís después el buen sentido de no demostrarlas de ninguna manera… entonces el género humano os pondrá sobre los cuernos de la luna, sobre todo si ponéis un cuidado exquisito en llamar la atención de las gentes hacia vuestra buena fe…
Yo no sé si hay algo debajo del sol más vil y despreciable que el género humano fuera de las vías católicas.
Excelente