En la Encíclica Notre Charge Apostolique contra el espíritu democrático de “Le Sillon” San Pío X decía: “…persuádanse que la cuestión social y la ciencia social no nacieron ayer; que en todas las edades la Iglesia y el Estado concertados felizmente suscitaron para el bienestar de la sociedad organizaciones fecundas; que la Iglesia que jamás ha traicionado la felicidad del pueblo con alianzas comprometedoras, no tiene que desligarse de lo pasado, antes le basta anudar, con el concurso de los verdaderos obreros de la restauración social, los organismos rotos por la revolución, y adaptarlos, con el mismo espíritu cristiano de que estuvieron animados, al nuevo medio creado por la evolución material de la sociedad contemporánea, porque los verdaderos amigos del pueblo no son ni revolucionarios ni innovadores, sino tradicionalistas.”
Esta famosa frase de San Pío X es intrigante. ¿Qué tiene que ver la tradición con la cuestión social y la democracia? ¿Porqué San Pío X consideraba que el pueblo debe ampararse en la tradición?
Curiosamente encontré la respuesta en el libro La libertad y la ley, de Bruno Leoni (1913-1967), un filósofo italiano liberal absolutamente insospechado de cualquier relación con las teorías político-tradicionalistas de San Pío X.
La tesis principal de Leoni es que “existe un claro paralelismo entre el concepto de legislación positiva y el socialismo, por un lado, y el concepto de Derecho entendido como producto evolutivo y consuetudinario y la libertad, por otro.”
O sea que según Bruno Leoni hay un paralelismo: Ley Positiva = Planificación socialista / Ley Consuetudinaria = Libertad.
Aclaro para los que no son abogados que Ley “positiva” significa Ley “puesta” o sea dispuesta o impuesta por una autoridad. En cambio la Ley Consuetudinaria no es atribuible a ninguna autoridad concreta; es el fruto de siglos de lenta maduración, el resultado de muchas generaciones haciendo “try & error”, lo que le da a la tesis de Leoni un cariz un poco darwiniano. Pero no me parece que ese cariz la descalifique. Lo esencial es que la Ley Consuetudinaria no es planificada. Tiene la guía implícita de la naturaleza humana, de la manera de ser de cada pueblo y -esto no lo dice el liberal Leoni- de los designios de la Divina Providencia para cada pueblo.
La autoridad puede decir toda las veces que quiera “esto se va a hacer así de ahora en adelante” (son las leyes positivas), pero jamás va a poder decir “esto se hizo siempre así”. La contradicción con la ley consuetudinaria le resta legitimidad a la nueva ley.
Es tal la fuerza de la ley consuetudinaria que a veces la autoridad siente necesidad de mentir, manipular y pretender que su ley positiva fruto de una fría planificación es apenas una reinterpretación de la consuetudinaria. Pero como decía alguien, se puede engañar a pocos durante mucho tiempo, se puede engañar a todos durante poco tiempo, pero no se puede engañar a todos durante mucho tiempo. A la larga quedará patente la contradicción entre la ley positiva y la consuetudinaria, en detrimento de la positiva.
También hay que aclarar que puede haber una ley consuetudinaria injusta, como el canibalismo entre los aztecas, y puede haber una ley positiva justa, como la prohibición del canibalismo por los españoles. Una no es buena por el sólo hecho de ser espontánea y la otra mala por el sólo hecho de ser planificada. Obviamente las cuestiones que se resuelven mediante siglos de “try & error” tenderán a ser más justas que las cuestiones resueltas por un silogismo burocrático. Pero ésa no es la cuestión. Lo interesante de la tesis de Bruno Leoni es que relaciona la ley consuetudinaria con la LIBERTAD.
La imposibilidad que tiene la autoridad de manipular el pasado convierte a la ley Consuetudinaria en bastión de la libertad. Es una ley que está por encima de la autoridad del momento. Es un obstáculo que traba al gobernante. Por eso San Pio X decía que protege al pueblo.
Este rol de la Tradición poniendo límites al poder aparece en nuestra reciente nota sobre Los Intelectuales. Paul Johnson dice sobre los intelectuales anteriores a la Revolución Francesa que “sus innovaciones morales e ideológicas estaban limitadas por los cánones de la autoridad externa y por la herencia de la tradición” y que “la sabiduría colectiva del pasado, el legado de la tradición, los códigos prescriptivos de la experiencia ancestral existían para ser seguidos selectivamente o rechazados por completo…”
El abandono progresivo de la Tradición durante los últimos 200 años fue removiendo ese obstáculo al poder y eso explica el creciente control del Estado sobre todos los aspectos de la vida, especialmente en la educación.
En materia religiosa hay un paralelismo similar: Misa Nueva = Liturgia planificada / “Mass of the Ages” = Liturgia inspirada
Como dijo Ratzinger, los Papas son los jardineros de la liturgia, no sus fabricantes. La liturgia es como un árbol que se desarrolla lentamente. El Papa debe regarlo y cuidarlo; no puede hacerle cambios, a no ser muy pequeños, casi imperceptibles, como haría un jardinero.
Para ilustrar lo que es el despotismo inhumano planificador recomiendo ver el segundo capitulo de la serie “Mass of the Ages”. La imagen del árbol que se venía desarrollando durante veinte siglos aparece en el minuto 25 y la brutal poda que sufrió en 1970 aparece en el minuto 38. Escalofriante.
Pero como decía Bruno Leoni, la fuerza de la Tradición es inmensa. Lentamente la liturgia planificada va cediendo. Por un lado aumenta el número de sacerdotes que celebran la liturgia inspirada, especialmente sacerdotes jóvenes. Pero el mayor tributo a la Tradición consiste en que los sacerdotes que celebran la liturgia planificada (que siguen siendo mayoría) cuando quieren celebrarla bien, con piedad y devoción, imitan cada vez más a la liturgia inspirada. A la larga muchos se van a preguntar porqué seguir con imitaciones si pueden recurrir al original. Al despotismo planificador le va a costar cada vez más imponerse. ¡Tradición es Libertad!