Hay una idea muy en boga, que se expresa en términos cada vez más dogmáticos tanto en círculos académicos como religiosos, de que los cristianos serían comparables a los talibanes en la medida que tengan una opción preferencial por Dios por encima de todas las cosas, incluyendo al prójimo en general y a los pobres en particular. El cristiano “culto o equilibrado” debería dejar de lado tales fanatismos.
Infelizmente no son pocos los pastores que buscan reinterpretar los evangelios apuntando a un Cristo más filantrópico, humanitario, con una “Opción Preferencial por los pobres” con el fin de formar una sociedad más equitativa y humanitaria.
¿Pero se ajusta tal interpretación de Cristo, a la realidad evangélica?
Los Evangelios nos cuentan que un hombre se acercó a Jesus y le pidió: “Maestro, dile a mi hermano que comparta la herencia conmigo. Jesús le respondió: Hombre, ¿quién me ha constituido a mí como Juez o árbitro entre vosotros?” (Lucas 12:13-33). A Cristo no le interesa esa disputa y de inmediato pasó a hablar sobre un hombre que mandó agrandar sus graneros y cuando los llenó, murió. Luego advierte: “Así será el que junta riquezas para sí mismo y no es rico ante Dios”.
Si Cristo tuviera alguna simpatía por lo que hoy se define como la “redistribución de la riqueza”, o la “lucha contra las grandes concentraciones del capital”, el momento que se presentaba era el ideal para decir algo en ese sentido. Muy por el contrario, en este trecho evangélico, conocido como “la parábola del rico insensato” Cristo pone el foco en otro lado.
Preferencial quiere decir “primordial, prioritario, preferible, antes que”, y también se relaciona con “esencial o fundamental”. En varios pasajes de los Evangelios Cristo nos explica de forma inequívoca cuáles son sus “Opciones preferenciales”: 1) Amar a Dios sobre todas las cosas, 2) Amar a tu prójimo como a ti mismo, 3) Buscar el reino de Dios y su justicia.
Nuestro Señor Jesucristo explica quién es el “prójimo” en la parábola del Buen Samaritano. El malherido de esa parábola era un hombre que “fue despojado de todos sus bienes y dejado medio muerto por el camino”. Si tenía bienes para que lo despojen entonces no era un pobre. El Buen Samaritano de la parábola no ayudó a un pobre sino a un comerciante viajando. En esta parábola Jesús enseña que la caridad debe dirigirse a todos los prójimos, pobres o ricos.
Lázaro, con el cual Cristo tenía una excelente relación de amistad era una persona muy rica de Israel, lo mismo María Magdalena, sin duda las advertencias a los ricos no es por la riqueza en sí, más por amar y confiar más en las riquezas que en Dios.
Para el cristiano la caridad con el prójimo es parte esencial del mandato de Jesús, y sirve además para hacernos merecedores de la misericordia Divina. “Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Así como Dios ayuda a éste pecador que soy yo con su gracia y su paciencia, Dios quiere que yo ayude a otros pecadores también, con bondad y diligencia por más ricos o pobres que sean.
Bien decía San Agustín: No existe caridad sin justicia, pues la caridad es antes de todo en orden a Dios.
En consecuencia toda ayuda a los pobres que tenga un fin meramente humanitario o mundano, no es ni puede ser caridad cristiana, más bien en muchos casos es abominable ante Dios, de aquí las condenas al marxismo y sus derivados, peronistas, socialistas, chavistas etc.
Cristo ha dejado de ser la autoridad final en nuestra vida, para ser otro “compañero” tan preocupado por la prosperidad de la humanidad o del planeta, como cualquier otro. Ya no es un ser superior o sagrado al que hay que temer, sino un amigo comprensivo, tolerante y poco celoso de sus consejos, leyes o derechos.
En consecuencia, hemos perdido enormes beneficios sociales conquistados con siglos de luchas y esfuerzos para conformar la sociedad según Dios, “venga a nosotros tu reino”, en materia de jurisprudencia, derecho, educación, respeto por la vida, la libertad y la propiedad, hoy bajamos los brazos para acomodarnos a un discurso aceptado tanto por los enemigos de Cristo como por sus supuestos amigos o representantes, colocando al Pobre en lugar de Dios, que no es necesariamente un modelo de virtud, benevolencia o sabiduría, más bien un potencial resentido, muy útil para la violencia y la corrupción política.
Así los gloriosos restos de “cristiandad?” van siendo destruidos por la ley de la selva, degenerando en conflictos sin fin y sin sentido alguno.
Pobres contra ricos.
Hijos contra padres
Alumnos contra profesores.
Mujeres contra hombres.
Negros contra blancos.
Estado contra el pueblo.
Conflictos tan destructivos de la felicidad y prosperidad humana, como falsos son aquellos que dicen buscar su progreso y bienestar, colocando al hombre pobre y sus caprichos, por encima de Dios y su justicia.
Interesante planteo. Me animo a recordar que la “opción preferencial por los pobres” aparece en el Magisterio de la Iglesia en muchos documentos, pobres de espíritu y pobres de bienes físicos. La misericordia divina es insondable, no tiene límites, a todos abarca, bautizados o no, ‘practicantes’ o no. De ahí que no nos sea legítimo interpretar un texto de los Evangelios de manera aislada. Se requiere mucha santidad para extraer el fruto de cada palabra que el Señor pronunció durante su vida. No hay que olvidar que su Persona era divina (no humana), la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Ciertamente, con dos naturalezas, una divina y otra humana. Al margen de consideraciones teológicas, Jesucristo resucitó muertos con su naturaleza humana. Perfecto hombre y Dios perfecto. Para imitarlo es posible ejercitar la caridad y la misericordia con todo aquel que Él cruza en nuestro camino. Hay que tener entonces la mayor sensibilidad espiritual para no desperdiciar la ocasión.
Los Evangelios y sus contradicciones…
Vos ves con malos ojos los enfrentamientos que “provocan” las posturas que buscan la equidad entre los seres humanos.
Jesús también dice:
Mateo 10:35-37
” He venido para poner al hijo contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra. Los enemigos del hombre serán los de su casa. El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí. El que ama a su hijo o hija más que a mí, no es digno de mí.”
Siempre se va a encontrar en la Biblia, la Tora o el Corán la frase que justifique cualquier posicionamiento, político o moral.
Más que en las religiones yo busco a mis hermanos como iguales. Así es más posible la compasión, la cooperación y la solidaridad. Si estás muy apegado al derecho positivo romano, al derecho a la propiedad y al individualismo se corroen los cimientos de tus bases “cristianas”. No se puede tener dos amos, ¿no? Es Dios o el dinero…
¡Gracias Pedro!
Tenes razón que la Biblia está llena de aparentes contradicciones. Esto realza la importancia de la tradición que nos ayuda a darle sentido. Por eso no somos protestantes… (😉). Dudo que haya una publicación tan analizada como lo es la Biblia. Llevamos miles de años en esa tarea. Y creo que podemos coincidir que mucha gente inteligente tuvo las mismas perplejidades que vos (¡y yo!).
Esto no significa seguir lo que nos dicen ciegamente. Pero tampoco asumir que hemos tenido una idea originalísima que no se le había ocurrido a nadie antes… Lo mas probable es que cualquier “objeción” que tengamos ya haya sido debatida hasta el cansancio. Debiéramos empezar por estudiar que dijo cada lado, como resistió el test del tiempo cada posición, que testimonio de vida dieron sus defensores, etc.
Digo esto, pero la verdad que yo soy un perezoso y no lo hago… No voy a pretender saber más que vos (seguro que es al revés). Pero desde mi humilde sentido común, comento un par de ideas en tu último párrafo:
Hasta que Jesús dijo “Ama a Dios por encima de todo y al prójimo como a ti mismo, por amor a Dios” este era un concepto enteramente extraño. El mundo era más brutal antes de esas palabras y el Cristianismo ha sido incesante en repartir esa enseñanza. A mi me admira la simpleza del mandato, pero al mismo tiempo la sutileza y dificultad. Lo que nos pide no es que amemos un concepto abstracto como “la humanidad”, “mis hermanos”, etc. Pide una cosa mucho más concreta (y difícil). Amar a la persona que tengo al lado. A mi familia directa, a mi vecino, a mi compañero de trabajo, a mi adversario, a mi competidor, a MI MISMO. Amar a la gente que no tiene nada que ver conmigo, es muy fácil: es lo que dicen hacer los políticos todo el tiempo… Ya sabemos para que sirve.
¿Es esto incompatible con la propiedad y el individualismo? No creo. Los Mandamientos (que fueron revelados hace 3,500 años) lo pone en su orden justo: Amor a Dios: 1er lugar. Amor a mi mismo y al prójimo: 2º lugar, amor a la comunidad: 4º lugar (ama a tu padre y tu madre, lo que tradicionalmente es interpretado extensivamente como amar a tu comunidad), propiedad privada: 7º lugar (no robar). No ser envidioso (10º lugar). Cambiar las prioridades… no funciona. Eliminar prioridades, tampoco.
Lo que decía. Simple, pero tan profundo.